Sentimientos (Baro x Sandeul) (+18) oneshot

Pareja: Baro y Sandeul
Grupo: B1a4
Advertencia: contiene Lemon jijiji


Sentimientos.

Solo. No le importaba a nadie. La misma idea, el mismo sentimiento no es más que un bucle infinito. Por eso, cuando despierto en mitad de la noche empapado en sudor, busco su rostro con la esperanza de calmarme.
No es propio de mi adoptar una pose seria y entristecida. No, más bien soy todo lo contrario, alegre, despreocupado, divertido. Hoy no. De nuevo aquella pesadilla me atormenta, en ella Sandeul padece una enfermedad grave, no recuerdo cual con exactitud. Agoniza postrado en una cama mientras yo corro desesperado para llegar a su lado. Los médicos dicen que no le queda mucho tiempo y yo, pese a todo el dolor, me niego a que muera solo. Pero el camino solo se hace más y más largo, la puerta de su habitación se aleja sumida en las sombras. Escucho mi nombre salir de sus débiles labios, en él se halla la decepción. Más tarde solo el cruel pitido infernal de la maquina.
No quiero recordarlo, duele. Solo con eso mis ojos se inundan de lágrimas. Sé que no puedo vivir sin él, sin esa sonrisa que todas las mañanas me otorga lleno de gusto.
Me levanto con la intención de buscarlo. Necesito abrazarlo, sentirlo mío. Lo encuentro durmiendo plácidamente en el pequeño cuarto para invitados al lado del nuestro. Recordar por que está ahí me revuelve el estómago. No quiero volver a discutir con él, quiero besarlo, sentirlo mío.
-Sandeul -le llamo. En mi voz se nota la ansiedad.
Me responde con un pequeño gruñido, a continuación se acomoda más entre las sábanas. Sonrío, pues me tiene completamente enamorado. Algunas veces puede resultar pesado, exagerado, pero, lo más importante, era que dichas "cualidades" hacen que me enamore de él cada día más.
-Sandeul -insisto desesperado.
Lentamente abre esos ojos rasgados y oscuros que me traen de cabeza. Así no puedo evitar estirar el brazo para apartarle los mechones castaños rebeldes de su rostro con la yema de mis dedos.
-¿Baro? -pregunta con la voz pastosa.
Se incorpora un poco aun confuso.
-Sí, soy yo -le susurro mientras me acerco a él labrándome un sitio en aquella cama.
Cuando le miro directamente a los ojos me sonríe. Lo hace de tal manera que mi razón solo me permite responder con un beso profundo, abrasador, feroz y anhelante. Al introducir la lengua en la calidez de su boca soy plenamente consciente de que quiero que solo sea mío.
-Nunca me opongo a esto pero... Lo de ahora... -chico listo -¿Es por algo en especial? -con sus manos me mantiene un poco a distancia, pero adivino su deseo.
-Simplemente no quiero perderte, Sandeul -agarro esas delicadas manos que intentan separarnos y entrelazo mis dedos con los suyos. -No por una estúpida discusión.
-Baro.... Te quiero -esboza una sonrisa. -Estoy cansado de discutir, de pasarme las noches en este cuarto por el simple echo de que tendríamos que avergonzarnos de sentir todo esto por ser ambos hombres -aparta la cabeza y me suelta las manos. Lo cierto es que tiene razón. -Yo me enamoré del Baro hombre, y jamás te cambiaría por otro. No quiero chicas, solo a ti. ¿Por que debería esconderlo? -una lágrima, luego otra. Me rompe el corazón.
-Sandeul -con mis manos abarco todo su rostro, obligándolo a mirarme fijamente. -Todo esto es por pertenecer a un grupo. No quiero perjudicar a los demás. Te amo, lo sabes. Pero las fans... La compañía dijo que no podían amarse las parejas homosexuales por que no les agradaba a las fans. -ahora soy yo el que no puede mirarlo. -Te quiero por encima de todo, pero no pienso perjudicar al resto.
Se hace el silencio. Suelto el rostro decepcionado de Sandeul para poder sumirme en mi propia depresión privada. Temo, en este momento, haberlo perdido para siempre. ¿Que sería de mi sin él? Verlo todos los días y saber que no puedo tocarlo por que me odia... No lo soportaría.
-Por eso me enamoré de ti. -sus manos me acarician, secándome lágrimas que no sabía que tenía.
Nuestras frentes se apoyan antes de besarnos otra vez. Primero es algo dulce y delicado, como el vuelo de una mariposa. Poco a poco nos devoramos lujuriosos. Nuestros labios se mueven atronadores, nuestras lenguas danzan un baile peligroso y furtivo, veloz.
Él suelta un gemido cuando deslizo la holgada camiseta carmín de su pijama, dejando a mi merced todo su cuerpo delgado y atlético.
Mío, lo sentencio así con mis manos. Es mío. Nos seguimos besando mientras nos deshacemos de nuestras respectivas prendas. Expuestos el uno al otro, como tantas noches, como aquella primera vez.
Me estremezco cuando sus manos recorren toda mis espalda en caricias, subiendo por mi cuello para tirarme con suavidad del pelo que ahí comienza. Nos separamos para poder respirar, tiempo que aprovecho para plasmar sus mejillas sonrojadas en mi mente.
-Te quiero -confieso sin ser un secreto.
Sonríe respondiéndome con un beso fugaz. Algo que corta por la oleada de gemidos que salen de entre sus labios cuando mi mano abarca la anchura de su miembro, masturbándolo mientras lo miro. La manera en la que su espalda ser arquea, echa la cabeza hacia atrás, todo ello conlleva a que mi miembro aumente también.
-Baro -repite una y otra vez de forma entrecortada.
Sentado se apoya contra la pared que hay a un lado de la cama, para tener un punto de apoyo mientras yo bajo mi cabeza, besando todo su cuerpo sin dejar de masajearlo. Con la lengua me distraigo jugando a trazar círculos sobre sus pezones, intentando que los gemidos aumenten su tonalidad.
Le amo, por eso tocarlo es como sentir el cielo, agarrar una bella flor que no dejará de florecer para mí. Encuentro la paz entre sus brazos, en su interior o en sus labios. Nuestras conversaciones sin sentido consiguen que cualquier problema se transforme en una minucia. Solo él sabe como hacerme sentir bien.
Sigo bajando tomando sus abdominales, marcados levemente, como míos con la lengua hasta llegar a su zona más sensible, el lugar que mi mano no deja de acariciar. Su punta, ahora perlada, es atacada por mi lengua, luego comienzo a introducirla en el interior de la boca. Mis dedos no pueden parar quietos, no con Sandeul, por eso decido ocuparlos preparándolo para después. Introduzco dos dedos entre sus nalgas, moviéndolos rápido.
-Ba...¡Baro! -se que no puede aguantar más pero esa discusión fue culpa mía, haré que se sienta completamente saciado.
Su esencia moja mi garganta, no me da ningún palo tragarla. Al contrario, lo hago con gusto.
Levanto la cabeza y lo veo respirar entrecortado, con el pecho agitado y un brazo cubriendo su semblante sonrojado, contra la pared blanca. Lo sujeto por las caderas. No puedo más, voy a explotar. Lo siento sobre mi regazo y ambos gemimos cuando lo penetro.
Apenas puedo comenzar pues, Sandeul, ya está meciendo salvaje sus caderas sobre las mías en busca de más, y se lo doy.
Se sujeta a mi cuello mientras aumento la velocidad de mis estocadas.
-No... No puedo... más -dice.Yo tampoco puedo. -Córrete dentro, por favor -su voz suplicante me excita más. Hago caso y me corro en su interior mientras su propia esencia mancha nuestros estómagos. Sonrío.
-Lo siento -me disculpo.
-¿Por lo de antes? Olvídalo -alza una mano para acariciarme, pero la detengo y la beso.
-No, no es por eso -sonrío pícaro. -No pienso dejarte dormir esta noche -me comprende.
Lo tumbo sobre la cama. Esta vez mis estocadas son rudas, fuertes y profundas. Sé que lo vuelven loco, pues no para de gritar. Así nos saciamos una, dos, tres, cuatro veces en toda la noche. Amándonos de diferentes formas sobre aquellas sabanas impregnadas de nuestra esencia, de cansancio y lágrimas previas que arrojamos por temor.

La mañana se presenta a través de la pequeña ventana justo delante de aquella cama. Sobre mi pecho descansa con placidez Sandeul, a quien abrazo con gusto.
Tiene razón. No tenemos por que escondernos más, sobre todo si los miembros restantes del grupo ya son conocedores de lo nuestro, de que solo nosotros dos compartimos un apartamento. Lo haremos público. Se lo debo a él, a mí. Lo que pase no puedo aventurarlo, pero es algo que carece de importancia si continúo a su lado.
-Te quiero -solo es un murmullo, pero él sonríe aun con los ojos cerrados. Sé que me escuchó.
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Baro. ¿Como hacerte entender todo lo que significas para mí? Te amo, lo eres todo. Descansar sobre tu pecho para mi es el mayor placer que pueda imaginar. Tus latidos son la única canción que deseo cantar, tu nombre el coro que repetir.
Te escucho, siempre lo hago, y sonrío. Amar es una palabra que se queda corta para describir lo que siento. Te entrego mi vida, mis esperanzas.
Son muchos años, te conozco.
-Lo haré por ti -dices mientras piensas que estoy dormido.
Sé a lo que te refieres. Lo vas a hacer, seremos una pareja oficial. No tendremos que escondernos más. Abro los ojos emocionado. Sin darte mayor explicación de mis actos te beso. Estás confuso y eres demasiado lindo.
-Lo vas a hacer -susurro al separarme de ti.
Asientes y sonrío. Te sorprendes cuando me siento a horcajadas sobre ti gimiendo mientras entras en mí. No soy un experto en el sexo, pero quiero que disfrutes, te amor y quiero que te vengas feliz.
Me muevo rápido y sin preparar, me estremezco en cada estocada que me das, pero disfruto observando tu rostro mientras, juntos, llegamos al éxtasis del sexo.
Hoy solo te quiero para mí. No pienso dejarte marchar aunque sea nuestro día libre. Compensaremos nuestras discusiones pasadas con lujuria. Sustituiremos las lágrimas por placer. Hoy seré completamente tuyo durante todo el día.
-Solo te pienso dejar ir para comer -te informo juguetón.
-Oh, que lástima -respondes mordiéndome la oreja, haciendo que mi cuerpo vibre por ti. Solo por ti.